"En ce temps-là, le désert était peuplé d'anachorètes", Anatole France.
Con el punto de mira puesto en la exposición que el
Noordbrabants Museum de Hertogenbosch dedicará a El Bosco en 2016, en el quinto
centenario de su muerte, el Bosch Research and Conservation Project está
llevando a cabo desde hace más de un año un importante trabajo de investigación
coordinado por Matthijs Ilsink y cuya finalidad es conocer la obra de El Bosco
hasta el más mínimo detalle, analizando nuevamente medio centenar de obras que
podrían aportar novedades en la interpretación de la obra del pintor de
´s-Hertogenbosch. Pues bien, una de estas obras se encuentra en Madrid, en el
Museo Lázaro Galdiano, que ha dado recientemente a conocer algunos estudios que
se vienen realizando sobre Las meditaciones de San Juan Bautista.
La pintura, que se encuentra en la colección Lázaro
Galdiano desde 1913, responde obviamente a la demanda de imágenes
hagiográficas que era común en la Baja Edad Media y que estaban presentes de
manera cotidiana en la vida religiosa y familiar; sin duda más cercanas a la
gente que las propias personalidades de Cristo o la Virgen. A nivel general,
y sin pararnos mucho, la obra nos acerca a la
enseñanza moral del fraile José de Sigüenza, allá por 1605, quien dijera
que el hombre puede alcanzar la salvación olvidando las tentaciones terrenales. Cronológicamente
se sitúa próxima al San Jerónimo de Gante y al San Juan en Patmos de Berlín, entre
1485 y los primeros años del siglo XVI, anteriores siempre a El Jardín de las
Delicias.
Pero,
sin duda, el elemento más curioso del conjunto es la planta central,
protagonista en gran medida de la composición. Esta planta esconde entre sus ramas pequeñas criaturas, y la planta en general se
interpreta como los pensamientos pecaminosos que llenaban la cabeza del santo
en su destierro, intentando que se apartase de su fe. Sobre esta planta realizó
un interesante estudio René Graziani en 1983 donde, en primer lugar, advierte
que tendemos demasiado a ver imágenes diabólicas en El Bosco, para más adelante
pasar afirmar que la planta es un citrullus colicynthis, o manzana amarga, una
variante norteafricana de la calabaza, cuyo fruto se importaba al norte de
Europa desde Italia y España. El Bosco, dice, pudo haberlo conocido a partir de
los grabados de frutos y plantas que aparecen en las ediciones de la historia
de las plantas de Rembert Dodoeus. El Bosco está usando la planta para anunciar
el amargo futuro de muerte que espera el Cordero y Juan Bautista, y que era
conocido por la Biblia al hablar de cómo los seguidores de Elías habían hecho
sopa de Colocyntidas, “pero al tomar ellos la sopa, gritaron […] en la sopa
está la muerte” (Vulgata, 4. Reyes, 4.34-38).
El análisis que se realizó en 1996, y que fue publicado por
María Dolores Fuster Sabater en la revista Goya, aportó importantes novedades acerca de las
similitudes que tenía esta obra con otras dos existentes en el Palacio Ducal de
Venecia, en cuanto al preparado y a la utilización de pigmentos. Además, una de
ellas, el Tríptico de Santa Julia, esconde un elemento que tendrá vital
importancia, también, en la tabla del Lázaro Galdiano: un donante aparece
tapado por el mismo Bosco, posiblemente debido al cambio de dueño al poco de su
realización, pues existe una capa de barniz entre las dos capas de pintura. Los
estudios que se han realizado actualmente en la tabla han ayudado a ver más
nítidamente la figura cubierta del donante.
La hipótesis que promulgó Baldass de que las tablas del
Bautista y el Evangelista existente en Berlín pertenecían a una misma obra se
amparaba en la similitud de estructura, de la línea del horizonte y en la
aceptación del recorte de la tabla del Bautista, siendo así de medidas
equivalentes. Mediante esta ampliación la figura del donante hubiese quedado
perfectamente integrada en la composición y el fondo del cuadro adquiriría un
mayor equilibrio. El donante y San Juan Evangelista se situarían en este caso a
la par, quedando el Bautista algo más rezagado.
Las últimas declaraciones de Amparo López Redondo,
conservadora jefe de la Fundación Lázaro Galdiano, a partir de las
investigaciones del Bosch Research and Conservation Project, animan a pensar
que las similitudes con el San Juan en Patmos del Staatliche Museo de Berlín
son tantas que se podría asegurar que ambas tablas formaban parte de un
tríptico.
Hieronymus Bosch, Las meditaciones de San Juan Bautista, entre 1485 e inicios del siglo XVI. Madrid, Museo Lázaro Galdiano.